Independencia energética para Costa Rica en diez años… o menos

  • 17 octubre, 2018

Al borde del colapso ecológico. En días recientes se publicó un estudio del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático. En este reporte nos dan un ultimátum acerca de los cambios que tenemos que hacer para evitar pasar la barrera del aumento de temperatura de 1.5 grados que ocasionaría cambios irreversibles y muy negativos a nuestro planeta. Muchos expertos dicen que inclusive ya es demasiado tarde y la lucha está perdida. Esto en el contexto de decisiones tomadas por ciertos países, como la salida de Estados Unidos del acuerdo de Paris y la posibilidad de que Brasil haga lo mismo en caso de que Bolsonero, el candidato vencedor de la primera ronda, gane.

Costa Rica puede y debe dar el ejemplo. Ya sea que podamos luchar por salvar el mundo o al menos morir con las botas puestas, Costa Rica tiene el privilegio de poder lograr la independencia energética en un periodo relativamente corto de tiempo. Con esto me refiero a poder generar y consumir el 100% de la energía con fuentes renovables y con el principal reto de electrificar el sector transporte.

Tenemos todo para hacerlo. A diferencia de la gran mayoría de países, contamos con las condiciones básicas para poder lograr este ambicioso objetivo. Nuestros recursos naturales, nuestro modelo económico y nuestro capital humano se complementan perfectamente para poder lograr esta meta. Si bien financiar este objetivo implica miles de millones de dólares en infraestructura energética, ya que tendríamos como mínimo duplicar la potencia eléctrica existente y además desarrollar la infraestructura de recarga vehicular eléctrica, en los mercados financieros internacionales existe la disponibilidad y el apetito para suplir los fondos necesarios para lograrlo y a tasas y retornos muy competitivos.

Retos del sector energía. Si bien Costa Rica ha sido reconocida a nivel mundial como un ejemplo al producir casi el 100% de su electricidad con cinco fuentes renovables -agua, geotermia, biomasa, viento y sol-, quedan muchos retos por resolver. De nuestra matriz energética, dos terceras partes es transporte, por lo que si bien tenemos electricidad limpia, en general somos un país sucio. Es como si cuando nos bañáramos, solo lo hiciéramos del pecho para arriba. Adicionalmente, si bien la electricidad es limpia, es cara. Este es un tema polémico, pero la realidad es que tanto los hogares como empresas perciben que el precio de electricidad es muy alto y esto se refleja en una falta de crecimiento de consumo eléctrico en los últimos años. Por último, los monopolios de electricidad (ICE, CNFL, JASEC, ESPH y las Cooperativas de Electrificación) enfrentan un panorama complejo en cuanto a su sostenibilidad y viabilidad financiera a largo plazo debido a cuestionables inversiones, altos gastos fijos y disrupción tecnológica.

Beneficios para todos. La decisión de implementar la independencia energética en 10 años o menos traería una serie de beneficios a todos los grupos de la sociedad. A nivel país, esto implicaría, de manera conservadora, de un 1.5% a un 3% de crecimiento adicional del Producto Interno Bruto en el período propuesto por la magnitud de inversiones que habría que realizar. Adicionalmente la electricidad bajaría de precio para toda la población ya que se aprovecharían las economías de escala de una iniciativa tan ambiciosa. Las distribuidoras tendrían más ingresos para mitigar sus gastos fijos y podrían diluir inversiones energéticas poco rentables o ruinosas (como por ejemplo el Proyecto Hidroeléctrico Balsa Inferior que costó cuatro veces más de lo presupuestado inicialmente) con proyectos más baratos y rentables del sector privado y de los mismos consumidores. Ya con estas condiciones veríamos un círculo virtuoso donde se generaría una gran cantidad de empleo bien remunerado y un aumento sostenido de la inversión extranjera directa. En resumen, tendríamos un país más competitivo, sostenible y exitoso.  

¿Qué falta? Hasta aquí no hay nada relativamente nuevo en el análisis, e inclusive este pensamiento es compartido por muchas personas en el gobierno y demás grupos de la sociedad. Lo que falta es definir un horizonte temporal más agresivo, salir de la zona de confort y cambiar quién lidera esta iniciativa. Esto se logra dando poder para que esta sea liderada por los innovadores de este país, especialmente en el sector privado y la academia. Para este tipo de temas a nivel nación, es común hablar de mesas de dialogo, consultas y grupos de trabajo liderados por entes gubernamentales y donde los grupos de la sociedad tienen voz, pero no voto y donde los innovadores han sido ampliamente ignorados. Si bien el gobierno tiene que participar activamente, su rol primordial tiene que ser adaptar el aparato estatal de una manera rápida para eliminar las barreras existentes y así facilitar la Independencia Energética. Si se le da la oportunidad a los innovadores del sector energético, podremos ser el ejemplo que el mundo necesita.

Artículo por Alejandro Brenes, CEO Enertiva.


Contáctenos: info@enertiva.com

➡️ Noticias recientes

➡️ Regresar a Home

 

Suscribirse